Generalmente se utiliza el término del síndrome del impostor en aquellos casos en los que personas con una importante historia de éxitos, sienten que no son lo suficientemente buenos o no son merecedores del éxito que tienen. Estas emociones no solo se asocian a la incompetencia personal, sino también al miedo persistente por si alguien descubre que son un “fraude”.
Las personas que padecen este síndrome presentan preocupaciones irracionales sobre la posibilidad de cometer un error, sobreestimando su gravedad e impacto. Para evitar cualquier tipo de fallo, dedican mucho esfuerzo para que la tarea salga perfecta, además tienden a compararse constantemente con sus compañeros para reafirmar su trabajo y aparecen muchos sentimientos de culpa por sentir que no merecen el éxito que tienen.
Se estima que alrededor de un 70% de la población ha experimentado estas sensaciones a lo largo de su vida laboral y/o académica. Este fenómeno se observa tanto en hombres como mujeres, sin embargo, un estudio reciente indicó que los hombres tenían un 18% menos de posibilidades de sufrir este síndrome.
Puede derivar en patologías más graves
Dependiendo de la gravedad y duración del malestar asociado a estos pensamientos y emociones, pueden diferenciarse dos grandes niveles. En un primer lugar, aparece un sentimiento de insuficiencia generado por las inseguridades que experimentan de forma puntual ante una nueva tarea. En este caso, el miedo y las dudas suelen finalizar al exponerse a realizar la actividad y con la experiencia.
Sin embargo, si a pesar de esto, la inseguridad persiste en el tiempo, tiende a cronificarse. Esto genera que las personas suelan evitar riesgos e incluso eviten participar en nuevas actividades, por temor a que sus superiores se den cuenta de su falta de capacidades. Además, si el malestar se perpetúa y se agrava puede llegar a desarrollar patologías más graves, como importante frustración relacionada con la imposibilidad de cumplir con la exigencia autoimpuesta, una falta de autoconfianza, baja autoestima, agotamiento, problemas de sueño, e incluso ansiedad y/o depresión.
¿Por qué se produce el síndrome del impostor?
Esta curiosa incongruencia en psicología se explica debido a los estilos atribucionales del éxito de estas personas. Los estilos atribucionales son la tendencia que tenemos a hacer interpretaciones y darnos explicaciones acerca de las causas de un acontecimiento.
En este caso, las personas que padecen el síndrome del impostor, atribuyen el éxito a causas externas como, por ejemplo, la suerte, la facilidad de las tareas, los errores de los otros, etc. De manera que, infravaloran las causas internas y los méritos propios a la hora de desarrollar la actividad.
¿Qué puedo hacer si me siento así?
En primer lugar, es importante tratar de buscar evidencias de tus logros y tus capacidades e intentar aceptar tus propios límites y valorar el aprendizaje que conlleva cometer errores. Además, es importante ponernos metas alcanzables e intentar evitar comparaciones con un yo ideal, sino más bien hacer comparaciones realistas tanto conmigo mismo, como con los demás.
Sobre todo, si vemos que a pesar de todo esto, el malestar sigue presente es importante comunicar a nuestro entorno cómo nos sentimos y buscar ayuda profesional si fuese necesario.
Foto de Sander Sammy en Unsplash
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